La interacción oral con los perros, más que una mera práctica habitual, se ha transformado en un factor fundamental para afianzar la relación emocional entre humanos y sus mascotas. Según la psicología, este tipo de comunicación favorece la inteligencia emocional, fortalece comportamientos protectores y alienta un lazo profundo basado en la empatía y el apego social. Esta actividad beneficia tanto a las personas como a los perros, trascendiendo la simple diversión y afectando directamente el bienestar emocional.
Cómo influye en el bienestar humano
El intercambio verbal junto con el contacto visual provoca la liberación de oxitocina, llamada comúnmente la “hormona del cariño” o “hormona del abrazo”. Esta hormona, que se genera naturalmente en el cerebro, se asocia con la alegría, la empatía y la habilidad para formar lazos afectivos fuertes. Cuando alguien le habla a su perro, se desencadena un “ciclo positivo” que eleva los niveles de oxitocina tanto en la persona como en el perro, fortaleciendo su relación mutua.
El impacto emocional de este vínculo es tan significativo que algunas personas encuentran más fácil compartir emociones difíciles con sus perros que con otros seres humanos. Esta comodidad podría estar asociada a la ausencia de juicios, interrupciones o consejos no solicitados por parte del animal, lo que convierte la interacción en un espacio seguro para expresar y procesar sentimientos. La simple verbalización de emociones contribuye a disminuir su intensidad, favoreciendo una respuesta emocional más equilibrada.
Asimismo, el perro, al evitar una conversación analítica, brinda una distracción positiva que facilita el cambio de enfoque, fomentando actividades como jugar o descansar juntos. Estas interacciones no solo elevan el estado de ánimo, sino que también fortalecen el vínculo emocional.
Ventajas inmediatas para los perros
El impacto positivo de hablar con los perros no se limita a los humanos. Estudios han demostrado que el centro de recompensa en el cerebro de los canes reacciona con mayor intensidad a la voz de su dueño que a la de otras personas. Esto indica que la voz humana tiene un significado especial para ellos, incluso en ausencia de contacto visual, reforzando la importancia de la comunicación verbal como herramienta para consolidar la relación.
El modo de dirigirse a los perros y la tonalidad utilizada son aspectos fundamentales. La llamada «charla canina», que consiste en un tono apacible, una entonación alta y oraciones específicamente dirigidas al perro, es particularmente efectiva para atraer su atención. Los perros tienden a preferir este estilo comunicativo y suelen quedarse más tiempo con quienes lo utilizan. Esto indica que esta forma de interactuar no solo genera interés, sino que también promueve un vínculo emocional más estrecho.
Una práctica que fortalece el lazo humano-animal
La ciencia ha demostrado que comunicarse con los perros va más allá de una simple muestra de afecto: es una acción que produce cambios identificables en la química del cerebro, la confianza y el vínculo afectivo. Tanto la persona como el can intervienen en una interacción que promueve reacciones fisiológicas y emocionales positivas, mejorando la convivencia y la calidad de vida de ambos.
La comunicación verbal, junto con gestos, caricias y miradas, crea un entorno de seguridad y afecto que favorece el desarrollo emocional y social de los perros, a la vez que proporciona a las personas un canal de expresión libre de juicios. En definitiva, esta práctica cotidiana refuerza un lazo que ha evolucionado durante miles de años, consolidando a los perros como compañeros inseparables y miembros valiosos de la familia




